TPP: la nueva hegemonía

La firma del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés), propicia el nacimiento de una disputa por el control comercial de la región de Asia-Pacífico, en medio de la cual México ha quedado embrollado.

Estados Unidos encabeza el acuerdo TPP firmado el 4 de febrero por doce naciones en Auckland, Nueva Zelanda, mientras que China está al frente del FTAAP (Free Trade Area of the Area Pacific), y la RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership).  México tenía que elegir uno de los dos bandos y terminó optando por su histórico  vecino, a pesar de los claroscuros del convenio que ha sido calificado por sus detractores de “entreguista” y “agresivamente neoliberal”. 

“Si bien es verdad que el TPP cuenta con un elemento de neutralidad, tiene otros objetivos estratégicos para los Estados Unidos que buscan equilibrar la influencia china tanto en Asia como a nivel global. La ampliación del mercado no es el único beneficio del TPP; se trata de un proyecto que pretende fijar la futura agenda de liberalización comercial de la economía mundial. Con todo, esto es un activo incierto”, explica Silvia G. Novelo y Urdanivia, Investigadora del Departamento de Estudios Regionales del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG.

En contraste, los defensores del TPP lo ven como la única alternativa que México tenía para no rezagarse en la inevitable dinámica de apertura comercial mundial.

“No había otra solución mejor, porque la economía está globalizada, es una tendencia general que no se puede cambiar de la noche a la mañana. Volver a los controles anteriores implica hacer de lado convenios que el gobierno ha establecido. Nos guste o no, México es un país abierto a la economía mundial y cada vez más porque es la tendencia. ¿Nos vamos a salir de este juego? Volver a la autarquía es salirse de la realidad”, dice Roberto Hernández Hernández, director del Centro de Estudios Internacionales de la UdeG.

En su segundo periodo, los esfuerzos políticos del gobierno de Barack Obama se enfocaron a la región Asia-Pacífico, buscando alianzas estratégicas. China, por su parte, ha pugnado por crear una organización de seguridad común que incluye a Rusia e Irán en el paquete. La disputa está ya abierta sin tapujos.

Los países firmantes del TPP son Nueva Zelanda, Australia, Brunei, Canadá, Estados Unidos, México, Chile, Perú, Japón, Malasia, Singapur y Vietnam. Estas economías representan alrededor del 40 por ciento del Producto Interno Bruto mundial, por lo que este acuerdo TPP es considerado como el  más grande desde la creación de la Organización Mundial de Comercio. La firma generó protestas en diversas ciudades del mundo.

Acuerdo polémico
El TPP fue negociado a espaldas de los ciudadanos de los países que lo suscriben y los términos del convenio fueron guardados con recelo. Sus detractores critican que otorga ventajas a las empresas farmacéuticas para extender el tiempo de sus patentes en detrimento de los que producen genéricos, además de que reduce el porcentaje de contenido nacional en autopartes, del 60 al 30 por ciento, y  en cuanto al sector agropecuario pone en desventaja a los productores de granos en México.

Roberto Hernández detalla que el proyecto terminó por suavizarse más de lo que se cree, ya que al principio era más agresivo. No obstante, hubo alrededor de 160 side letters (observaciones complementarias) que modificaron aspectos agrícolas y dejaron las patentes médicas con duración de 5 y 8 años dependiendo el producto y no los 15 años que originalmente se pretendía.

Agregó que para México, el TPP traerá ventajas en algunas ramas y desventajas en otras. Por ejemplo en la producción de granos México se nota rezagado, pero en hortalizas mantendrá el liderazgo, mientras que en la industria automotriz Japón es el que llevará la batuta.

“Los que han estado a favor, señalan que el TPP amplía nuevos mercados y mejora las reglas de comercio con los países con que ya se tenía —con la ventaja de acumulación de origen— y los que han estado en contra, lo acusan de representar una amenaza para los países integrantes con manifiesta subordinación económica”, apunta por separado Silvia Novelo y Urdanivia.

El gobierno mexicano asegura que el TPP elevará la capacidad exportadora de nuestro país y, de no participar en él, quedaría rezagado en materia comercial y limitaría las inversiones, perdiendo competitividad internacional. En todo caso —aclara Novelo— tras la firma no todo estará perdido: los países miembros contarán con dos años para su ratificación (que estará a cargo de los Congresos nacionales) y puesta en marcha o, lo que es casi lo mismo, una vez ratificado por seis de los países miembros, que representen el 85 por ciento del bloque comercial, el TPP podrá entrar en vigor.

En este contexto, Novelo y Urdanivia lanza al aire la pregunta clave: “Después de ello, ¿en manos de cuál de las dos mayores potencias económicas habrá recaído el inminente liderazgo global?, ¿cuáles serán las consecuencias para México al optar por una de las dos?, o, quizá, ¿habrá estado en lo correcto Gideon Rachman al afirmar que aunque el proyecto potencial para el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP) fuese firmado, no habrá representado un peldaño lo suficientemente significativo como para justificar todas las esperanzas geopolíticas en él invertidas?”

 

Texto: Julio Ríos

Fotografía: Archivo La Gaceta