El día D

6:30 de la mañana, la puertas del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas se abren para recibir a los 5 mil 870 aspirantes a las licenciaturas que se ofrecen en el CUCEA. Filas y filas de personas comienzan a formarse en el estacionamiento, gente de aquí para allá. “Está saliendo el sol y el frío no se va”, se escucha salir de una voz femenina de entre las formaciones.

Eduardo Jiménez, un joven de 19 años de edad, quien aspira a la carrera de Recursos Humanos, declara que debido a los comentarios que ha escuchado del CUCEA, fue lo que lo llevó a elegirlo como opción. “Me siento tranquilo, aunque los nervios no me ayudan mucho. Me dormí temprano, desayuné y me vine. Ojalá la mayoría de los que estamos aquí quedemos”, expresa.

La Coordinación de Control Escolar coordina el operativo de la aplicación del examen de admisión, apoyado por compañeros de las áreas de Coordinación de Tecnologías para el Aprendizaje (CTA), de Servicios Generales, Servicio Social, académicos y adminiatrativos. Cada uno con un rol en específico.

“En total, alrededor de 300 personas” participan en la organización y aplicación de la prueba de admisión, expone la Mtra. Ma. Del Refugio Rodríguez Gallegos, coordinadora de Control Escolar. Así mismo, las autoridades del CUCEA se preparan con personal especializado, por si se presenta algún aspirante con discapacidad visual o auditiva. El personal del Programa de Servicios Médicos, atento, hace rondines para auxiliar en caso de que se presente un percance.

Veinte minutos antes de las 9:00 de la mañana, las filas comienzan a avanzar. Caras de nerviosismo y entusiasmo de los jóvenes, que con cédula de aspirante en mano marchan hacia su respectiva aula, en donde le será aplicado su Examen de Admisión.

Antonio Camacho, quien se encarga de la logística de las aulas y de la programación académica en el la Coordinación de Control escolar, funge como monitor, auxiliando a los alumnos que van llegando a las instalaciones del CUCEA y no encuentran la fila en la que deben de formarse. “Vamos a buen tiempo, los alumnos (aspirantes) muchos vienen nerviosos, otros se ven más confiados y otros muy desvelados”, comenta.

No toda la gente tiene la oportunidad de realizar una carrea universitaria. “Muchas veces las personas que no estudian, no viven bien económicamente, pues tienen familia y a veces pagan renta y con un sueldo mínimo”, manifiesta Fátima Lucero Castañeda Castillo, una joven de 18 años, quien hizo trámites a Administración de Empresas porque piensa que puede encontrar empleo fácilmente en ese rubro. “Estoy nerviosa, pero yo sé que puedo pasar”, confiesa.  

Dan las 9:00 de la mañana en punto. Todos listos para aplicar el examen. Más de 245 aplicadores esperan a los futuros alumnos del CUCEA en las 122 aulas destinadas para la aplicación de exámenes, donde se puede sentir un ambiente de concentración y silencio. Lápiz afilado, sacapuntas y borrador preparado, comienza la primera prueba de 25 minutos.

“Es una experiencia muy satisfactoria ver el entusiasmo con el que llegan los estudiantes, preocupados por entrar a la universidad, pero siempre tratamos de suavizar su nerviosismo durante la aplicación”, diserta el profesor del Departamento de Recursos Humanos, Luis Alfonso Zepeda,  quien lleva 20 años participando como aplicador, sin faltar ninguna ocasión.

“Viendo a tantas generaciones de jóvenes con la ilusión y aspiración de entrar a la universidad, se ha ido perfeccionando la seguridad y la metodología de aplicación, cada vez es un examen más objetivo. Seguiremos participando como aplicador hasta la jubilación”, confiesa el profesor. 

13:30 de la tarde, una jornada de siete horas, de comienzo a fin, concluye, quedando el centro universitario completamente vació; sus futuros alumnos abandonan las instalaciones con la esperanza de regresar de nuevo, pero como alumnos y formar parte de la comunidad CUCEA.
 

Moisés Hernández de Santiago